Editorial: Milei presidente - 20/11/23

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Muy buenos días, muy buenas tardes, muy buenas noches, muy buenas noches y muy bienvenidos a esta nueva singladura de la voz. Soy César Vidal. Hoy es el lunes 20 de noviembre de 2023 y me dirijo a los hispanoparlantes de ambos hemisferios, a los situados a uno y otro lado del Atlántico y del Pacífico, y, como siempre, lo hago desde el exilio Corría. El año 1933, y más concretamente el día 4 de marzo, cuando Franklin Delano Roosevelt se convirtió en el trigésimo segundo presidente de los Estados Unidos de América, la nación atravesaba por aquel entonces una crisis económica de extraordinaria relevancia y Roosevelt se comprometió a llevar a cabo una serie de medidas que llevaran a los americanos de regreso al trabajo, que protegeran sus ahorros y que crearan prosperidad, proporcionando alivio a los enfermos y ancianos y volviendo a poner en pie a la agricultura y a la industria.

Se inició así un periodo de 100 días durante el cual el Congreso aprobó 77 leyes, de las que buena parte estaban dirigidas a revivir la economía nacional. Fue así como Franklin Delano Roosevelt acuñó el término de los primeros 100 días, que tendrían que servir para evaluar la labor de un presidente en el ejercicio de su cargo. Desde entonces, ese periodo de tiempo ha sido considerado esencial para poder saber lo que hará un presidente durante el curso de su mandato, ayer ganó las elecciones presidenciales en Argentina el candidato Javier Millay. Sin ánimo de ser exhaustivos, los hechos son los siguientes. Primero, el pasado 22 de octubre se celebró la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Argentina. Segundo, contra los pronósticos que presentaban como ganador a Javier Millay, lo cierto es que fue el ministro de economía Sergio Maza el candidato más votado. Tercero, maza obtuvo el 36,68% de los votos, colocándose por delante de Javier Millay, que solo obtuvo el 30%, lo que suponía más de un millón de votos de ventaja sobre Millay, con quien tendría que disputar la presidencia en una segunda votación el 19 de noviembre. Cuarto, fuera ya de la segunda vuelta quedaron la candidata de juntos por el cambio, patricia Bullrich, el gobernador en funciones de la provincia de Córdoba, juan Esquiareti por hacemos por nuestro país y Miriam Breckman, candidata del frente de izquierdas y de los trabajadores.

Quinto, mesa es un veterano de la política argentina desde hace más de dos décadas, como parte del gobierno peronista de Eduardo Dualde, en los años 2002 y 2003, después del estallido social de 2001, y desde entonces ha venido ocupando casi todos los niveles de la política argentina, siendo, al presentarse a las elecciones, ministro de economía. Sexto, durante su gestión como ministro de economía que comenzó el 28 de julio del año pasado. La escalada inflacionaria ha llegado al 140% anual y un 40% de la población argentina se encuentra actualmente por debajo del umbral de la pobreza. Séptimo, frente a él, milay ha venido propunando una política de limpieza, política de final de la corrupción y de saneamiento económico de Argentina, en medio de una crisis económica que no se puede ocultar. Oltavo, ayer Javier Milay se impuso en toda regla al peronista Sergio Masa quien, antes de que se conocieran los resultados finales, aceptó la derrota electoral. Noveno, milay ganaba así con el 55,79% de los votos sobre un 44,20% de masa cuando iban escrutados el 94,7% de los sufragios. Y décimo, milay realizó un discurso presidencial en el que llamaba a todos los argentinos a convertir Argentina en una nación grande otra vez y en el que señalaba que la victoria implicaba un cambio histórico que sería irreversible.

Surgido de la nada, javier Milay comenzó a irumpir con fuerza hace relativamente poco tiempo, capitalizando un descontento del pueblo argentino más que justificado. Milay ha podido ser calificado de histrónico, de chillón e incluso de desequilibrado, pero la realidad es que lleva tiempo diciendo lo que millones de argentinos piensan y no pueden decir porque ni los políticos ni los medios están dispuestos a tolerar. De hecho, fue precisamente el aterrizaje de Milay en los medios de comunicación lo que causó un impacto creciente que llevó a muchos a sospechar que era solo un producto del marketing electoral, como previamente lo han sido personajes tan dispares y de éxito político como Barack Obama o Volodymyr Zelensky. Milay era el hombre nuevo que decía lo que muchos querían escuchar y que por ello contaba con posibilidades de llegar a la presidencia. Quien lo apoyaba desde las sombras, con quien estaba relacionado y a qué interés se obedecía eran cuestiones que se orillaron, mientras que sus rivales y competidores se dedicaban a compararlo con Donald Trump o Bolsonaro lo que no deja de ser un disparate y los medios lo calificaban también, con bastante inesactitud e incluso con mala fe, como ultra autoritario e incluso fascista.

Mi ley finalmente ha conseguido alzarse con la presidencia y las razones no parecen difíciles de analizar. Su mensaje siempre tuvo un contenido positivo, de carácter económicamente liberal en el sentido europeo del término liberal, que anunciaba que pondría fin a la inmensa corrupción argentina, al desaforado gasto público, al sofocante clientelismo político y a las favorosas consecuencias de esas tres circunstancias. En esos aspectos, mi ley no ha sido más que el eco de un descontento masivo que ha hecho presa durante años en el corazón de millones de argentinos. En segundo lugar, mi ley ha recogido el voto de una derecha moderada y en buena medida muy pasiva a la hora de enfrentarse a los problemas nacionales. Macri, ciertamente, tuvo en su día la posibilidad de realizar las reformas indispensables en argentina, pero optó por una política de tibieza y componentas, como la que desarrolló Mariano Rajoy en España, una política que, a fin de cuentas, empeoró la ya grave situación de argentina. Ahora, ese voto, que en la primera vuelta optó por otros candidatos, en la segunda se ha volcado hacia mi ley, que ha recibido el apoyo público de Macri y de su otra rival, bullrich, a la que, por cierto, trató con mucha desconsideración durante la campaña electoral.

En tercer lugar, mi ley ha recibido el voto muy mayoritario de sectores sociales muy importantes en una competencia electoral como ésta. El voto de los jóvenes, quizá por puro espíritu de rebeldía frente a lo que perciben como caducó, se ha orientado en buena medida hacia mi ley, y lo mismo cabe decir del voto evangélico. De hecho, ese voto evangélico ha sido superior al margen de victoria de mi ley y sin él la victoria no habría tenido lugar. Para muchos, ayer, hoy y las próximas semanas, la victoria de mi ley no sólo es vivida como una victoria propia, sino además como un triunfo que desean que se traduzcan otros semejantes, en países como Venezuela y Bolivia, españa y Perú, méxico e incluso Cuba. Es lógico que sientan esa alegría, es comprensible que la estén disfrutando y al mismo tiempo, es indispensable que no se engañen A pesar de sus puntos de coincidencia con otras naciones hispanas, incluida España, argentina tiene una individualidad que, por razones jurídicas, económicas y sociológicas, no se puede trasladar de manera automática a otros países.

Tampoco el programa de Milay es el programa de Bolsonaro o de Trump, aunque cuente con algunos paralelios. De entrada, el programa de Milay plantea interrogantes muy serios. Como puede ser el resultado de pretender dolarizar la Argentina, una medida que ya dio un pésimo resultado con Menem, de anunciar la venta de las riquezas nacionales, de indicar que no piensa mantener tratos con un cliente tan importante como China y diseñar la intención de solicitar préstamos a una banca internacional que históricamente no ha sido venebola con la nación? Estas medidas, lejos de constituir un remedio universal, pueden sellarse con dolorosos fracasos. Pero además resulta difícil no ver que pueden acabar teniendo como resultado directo la entrega de Argentina a intereses extranjeros. Al respecto, el alejamiento de los BRICS no contribuiría precisamente a afianzar la independencia de Argentina frente a poderes multinacionales.

De manera semejante, no resulta claro que Milay vaya a ofrecer una serie de resistencias frente a la agenda globalista. Sin duda no son pocos los argentinos que lo han votado en la esperanza de que Milay levantará un valladar contra esa agenda globalista que pretende convertir a la Argentina en un protetorado más y que utiliza como uno de sus pilares la ideología de género. La agenda globalista ha avanzado ya considerablemente en Argentina, aprovechando su debilidad económica y haciéndolo en áreas como la legalización del matrimonio homosexual o el aborto. Muy pronto los argentinos tendrán ocasión de ver si Milay cuenta con el arrojo suficiente como para dar marcha atrás en estos asuntos o si simplemente no se atreve a hacerlo.

En cuanto a las consecuencias internacionales de su victoria, pensar que traerá un encadenamiento de derrotas de la izquierda y un triunfo de la derecha, del tipo que sea incluida la que se ha enfrentado con él, resulta un puro ejercicio de wishful thinking, es decir de querer que suceda lo que nos apetece, aunque en realidad no exista base alguna para ello. No hay nada, absolutamente nada en la victoria de Milay que pretenda anunciar un futuro cambio político en otros países, a menos que en esos países existan ya las condiciones para ese cambio. Milay no es un virus contagioso, aunque venevolo, que pueda extenderse a otros lugares. Es incluso dudoso que acabe constituyendo un ejemplo. Al final, para hacernos una idea cabal de hasta dónde puede llegar Milay, bastará con aplicar la misma regla que fijó en su día Franklin de Lano Roosevelt Ver lo que, más allá de las palabras y del entusiasmo comprensible en estos momentos, lleva a cabo en los 100 primeros días de ejercicio de su mandato.

Pero no se dejen llevar por el desánimo la frustración. Y es que, a pesar de que los poderosos muchas veces parecen gigantes, es solo porque se les contempla de rodillas. Y ya va siendo hora de ponerse en pie. Mientras tanto, en el tiempo que han necesitado ustedes para escuchar este editorial, la duda pública española ha aumentado en más de 7 millones de euros. Muy buenos días, muy buenas tardes, muy buenas noches. Les ha hablado César Vidal desde el exil. Que Dios los bendiga.

Esta sección está patrocinada por crowdfunding con el siguiente mensaje Nuestro Señor Jesucristo, el único Dios verdadero, es misericordioso y nuestro Salvador.