Editorial: El coste de la guerra de Ucrania para el pueblo americano - 26/04/24

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La voz con César Vidal desde el exilio No I won't be afraid.

Oh, i won't be afraid, just as long as you stand, stand by me.

Muy buenos días, muy buenas tardes, muy buenas noches y muy bienvenidos a esta nueva asignadura de La Voz. Soy César Vidal. Hoy es el viernes 26 de abril de 2024 y me dirijo a los hispanoparlantes de ambos hemisferios, a los situados a uno y otro lado del Atlántico y del Pacífico, y, como siempre, lo hago desde el exilio Corría, el año 1953, y más concretamente el día 16 de abril, cuando el presidente de los Estados Unidos Dwight D Eisenhower pronunció un discurso ante la sociedad americana de editores de periódicos en Washington. En el curso del mismo afirmó lo siguiente Lo que podría traducirse como todo cañón que se fabrica, todo acorazado que se bota, todo cohete que se dispara significa a fin de cuentas un robo contra aquellos que pasan hambre y no son alimentados, aquellos que tienen frío y no están vestidos. Este mundo en armas no está gastando solo dinero. Está gastando el sudor de los trabajadores, el genio de los científicos y las esperanzas de sus hijos.

Las palabras del presidente Eisenhower difícilmente hubieran podido ser más nítidas. Sin duda la industria de armamentos implica inmensos beneficios económicos para unos pocos, pero esos colosales ingresos en realidad proceden de privar a otros de cosas tan elementales como el alimento, la vivienda, la salud o la educación. Eisenhower no cambió de opinión en los dos mandatos que pasó en la Casa Blanca. Por el contrario, en su discurso de despedida advirtió contra el inmenso peligro que significaba el complejo militar industrial, un peligro que, según Eisenhower, podía muy bien acabar destruyendo el sistema democrático. En las últimas horas hemos tenido nuevas noticias sobre la manera en que la ayuda dispensada a Ucrania por Estados Unidos constituye una más que injustificada sangría económica para los ciudadanos americanos. Sin ánimo de ser exhaustivos, los hechos son los siguientes.

Primero, al producirse la caída del muro de Berlín y plantearse la reunificación de Alemania, el premier soviético Mikhail Gorbachev no solo aceptó la unidad alemana, sino que, además, la nación reunificada entrara en la OTAN. A cambio, las naciones de la OTAN, y de manera muy preeminente Estados Unidos y Alemania, se comprometieron a que la OTAN literalmente no se extendería una pulgada hacia el este desde la frontera alemana. La realidad de este acuerdo ha sido reconocida recientemente por Josep Burrell, el ministro de Asuntos Exteriores de la Unión Europea. Segundo, la promesa realizada Gorbachev sería confirmada por la OTAN cuando, tras el colapso de la Unión Soviética, surgió la República Rusa. Ambas promesas han sido violadas de manera escandalosa por la OTAN en los años siguientes. Tercero, así, el 12 de marzo de 1999, chequia, hungría y Polonia entraron en la OTAN.

En paralelo, la OTAN desempeñó un papel decisivo en la desintegración y el desmembramiento de Yugoslavia. En abril de 1993, la OTAN estableció una zona sin vuelos sobre Bosnia-Herzegovina, que sirvió para llevar a una escalada de los bombardeos de la OTAN en la zona Cuarto. En 1999, la intervención militar de la OTAN, que discurría en paralelo con acciones subversivas de las organizaciones de George Soros, llegó a su punto máximo con el desencadenamiento de la operación fuerte aliada consistente en bombardear durante 78 días objetivos situados en suelo serbio. El entonces secretario general de la OTAN, el socialista español Javier Solana, se ganó el apelativo de carnicero de Belgrado. Quinto, la intervención en Yugoslavia se saldó con centenares de muertos civiles y, lo que es peor, con la normalización por parte de la OTAN de lo que eran innegables crímenes de guerra, como los trenes de pasajeros, los hospitales o los puentes que eran cruzados por civiles, a la vez que utilizaba bombas de racimo. Sexto, tras los atentados del 11 de septiembre, la OTAN comenzó a realizar operaciones militares fuera del ámbito europeo e intervino directamente en la guerra de Afganistán, que acabaría con una pavorosa derrota de las fuerzas aliadas.

Séptimo, en 2011 la OTAN se embarcó en una nueva guerra extraeuropea e imperial, en esta ocasión en Libia. La guerra de Libia fue un nuevo escenario para que la OTAN perpetrara nuevos crímenes de guerra cuyas víctimas fueron civiles, como sucedió en el caso de la matanza de Mayer. Octavo en paralelo a estas guerras de agresión llevadas a cabo por la OTAN fuera del territorio europeo, se siguió produciendo el quebrantamiento de los pactos con Gorbachev y Yeltsin en el sentido de no extender las fronteras de la organización militar hacia el este, un paso impulsado especialmente por los presidentes Obama y Biden, que no dejó de crear inquietudes en naciones como Alemania. Noveno Así, el 29 de marzo de 2004, bulgaria, eslovaquia, eslovenia, rumanía, estonia, lituania y Letonia entraron en la OTAN y, el 1 de abril de 2009, croacia y Albania se adhirieron también a ella. Décimo en 2014, de nuevo con la ayuda de las organizaciones de George Soros, los servicios de naciones de la OTAN perpetraron un golpe de estado en Ucrania para derribar al presidente democráticamente elegido y llevar al poder a los nacionalistas ucranianos. Desde ese momento, los nacionalistas ucranianos desencadenaron una guerra criminal contra las regiones orientales de Ucrania, provocando miles de muertos civiles.

Un décimo A pesar de que Ucrania se había declarado neutral en el momento de su independencia, la presencia de fuerzas de la OTAN en su territorio ha sido una constante desde hace décadas, incluso al menos desde el año 2014,. Ucrania ha albergado también en su territorio laboratorios de armamento bioquímicos prohibidos de manera expresa por la legislación internacional. Duodécimo el 5 de junio de 2017 se adhirió a la OTAN Montenegro, el vigésimo noveno miembro de la alianza. Ese año de 2017, el gasto combinado de los 30 países miembros de la OTAN ya superaba el 52% del gasto militar mundial, dejando de manifiesto cómo su política no era de defensa de Europa, sino de ejecución de planes imperiales en todo el globo. Décimo tercero En marzo de 2018, la OTAN reconoció a Ucrania como país aspirante. Décimo cuarto Por su parte, macedonia del Norte pasó a formar parte de la OTAN el 27 de marzo de 2020.

Décimo quinto La amenaza de que Ucrania entrara en la OTAN es la causa directa de la actual guerra y tuvo como consecuencia también directa el envío de dinero de Estados Unidos a Ucrania. Décimo sexto en febrero del presente año, estados Unidos ya había enviado a Ucrania la fabulosa cantidad de 74.3 billones de dólares. Y todo ello a pesar de que Ucrania es la nación más corrupta de Europa, según estudios de la propia Unión Europea, y que buena parte de las armas que se le han entregado han ido a parar a grupos terroristas islámicos y a redes de delito internacional como los narcos mexicanos. Décimo séptimo esa colosal cantidad de dinero enviada por Estados Unidos se incrementó hace unos días, cuando el legislativo americano decidió enviar otros 75 billones de dólares más a Ucrania. Décimo octavo la decisión del legislativo se adoptó en contra de la voluntad popular del pueblo americano, ya que en estos momentos más del 70% de los ciudadanos de Estados Unidos son contrarios a enviar un solo dólar más a Ucrania.

Décimo noveno con el dinero enviado a Ucrania 149.300 millones de dólares Estados Unidos podría haber costeado los gastos de educación primaria de 8 millones de personas. Vigésimo con el dinero enviado a Ucrania, estados Unidos podría haber costeado los gastos de carreras universitarias completas, incluyendo el alojamiento en el campus, los libros y los suministros de 4 millones de estudiantes. Vigésimo primero con el dinero enviado a Ucrania, estados Unidos podría haber pagado el coste de más de 80 millones de días de cuidados hospitalarios. Y vigésimo segundo con el dinero enviado a Ucrania, estados Unidos podría haber costeado el gasto de 2 millones de años de residencia para ancianos en habitación individual y con todos los gastos cubiertos. Ciertamente, el presidente Eisenhower tenía razón cuando afirmaba que cada bala, cada corazado, cada misil que se dedicaba a gasto militar, se arrancaba de la gente necesitada y que, además, implicaba privar a la nación del fruto del trabajo y del talento de sus genios. Difícilmente se hubiera podido decir de manera más elocuente y adecuada.

Esa realidad resulta especialmente escandalosa en el caso de un conflicto bélico como el de Ucrania. Más allá de la propaganda para ignorantes y necios, que habla totalmente falsamente de una Ucrania valiente y democrática, la realidad es que Ucrania es el país más corrupto de Europa y una nación en la que, en 2014, las organizaciones de Soros y la Embajada Americana dieron un golpe de estado contra el presidente legítimamente elegido para implantar a cambio un gobierno nacionalista sumiso a los dictados de la OTAN. La intolerable provocación acabó creando una respuesta rusa que, al cabo de tan solo dos meses, pudo concluir con un acuerdo de paz entre Rusia y Ucrania, que llegó a firmarse en Estambul. Sin embargo, la paz no convenía ni al complejo militar industrial ni a los fabricantes de armas. Boris Johnson, el premier británico y Joe Biden, presidente de los Estados Unidos, hicieron saber a ese liberticida corrupto de nombre Volodymyr Zelensky que la guerra tenía que continuar. Tenía que continuar, entre otras razones, porque la familia Biden había ganado no poco dinero con la corrupción de Ucrania porque el complejo militar-industrial se había encontrado con el negocio del siglo y porque Zelensky, al dictado occidental, iba a impulsar una serie de leyes que entregarían las riquezas naturales de Ucrania en manos de instancias multinacionales.

En otras palabras, ni la seguridad ni los intereses nacionales de Estados Unidos se ventilaban en Ucrania, sino solamente inmensos beneficios económicos y el saqueo total del país. Para poder perpetrar ambas conductas, la guerra tenía que seguir hasta la muerte del último ucraniano. Pero lo que a Ucrania le costaba centenares de miles de muertos, heridos, inválidos y desaparecidos a los ciudadanos americanos les significa un costo verdaderamente injusto y salvaje. El envío de ayuda a Ucrania significa en realidad que millones de niños, millones de universitarios, millones de enfermos y millones de ancianos en Estados Unidos se han visto privados de aquello que les correspondería en derecho, sólo para que ese dinero vaya para las arcas de un tiranuelo corrupto, liberticida y vendepatrias llamado Zelensky, a las arcas de la oligarquía más corrupta de Europa y, por supuesto y de manera preeminente, a las arcas del complejo militar industrial.

En no escasa medida, el pueblo americano ya es consciente de esa estafa, de ese saqueo, de ese inmenso latrocinio del que es víctima aprovechando la guerra de Ucrania, y por eso, en más de un 70% se opone al envío de más dinero a ese corruptísimo país. Precisamente por ello, el que hace unos días el legislativo americano se permitiera enviar más billones de dólares de ayuda a Ucrania constituyó un más que antidemocrático acto de despotismo, contrario a la voluntad del pueblo americano y sumiso al complejo industrial militar, ese complejo que, como advirtió en su discurso de despedida el presidente Eisenhower, podía llegar a acabar destruyendo la democracia americana. Pero no se dejen llevar por el desánimo o la frustración. Y es que, a pesar de que los poderosos muchas veces parecen gigantes, es solo porque se les contempla de rodillas. Y ya va siendo hora de ponerse en pie.

Mientras tanto, en el tiempo que han necesitado ustedes para escuchar este editorial, la deuda pública española ha aumentado en cerca de 7 millones de euros. Y no es extraño, teniendo en cuenta cómo se roba a los ciudadanos españoles para enviarle dinero a un liberticida vendepatrias y corrupto que se llama Selensky. Muy buenos días, muy buenas tardes, muy buenas noches. Les ha hablado César Vidal desde el exilio. Que Dios los bendiga. ¡wow.