La Voz de César Vidal

Así fue España: El Cid (XI): Yusuf desembarca por tercera vez en España - 03/11/25

César Vidal, Lorenzo Ramírez

Con César Vidal y Lorenzo Ramírez.

https://www.cesarvidal.tv/asi-fue-espana/videos/el-cid-xi-yusuf-desembarca-por-tercera-vez-en-espana-03-11-25



En este episodio, César Vidal y Lorenzo Ramírez analizan uno de los momentos más decisivos de la Reconquista: la expansión almorávide en la península ibérica tras la derrota cristiana de Sagrajas y la incapacidad del rey Alfonso VI para contener el avance musulmán.

El programa repasa cómo los alfaquíes legitimaron religiosamente la intervención de Yusuf Ibn Tashfin y cómo, en apenas un año, los almorávides se apoderaron de Granada, Málaga, Córdoba, Sevilla y Almería, imponiendo la ortodoxia islámica frente a los corruptos reyes de Taifas.

Mientras tanto, el Cid Campeador vuelve a aparecer como la gran esperanza de la cristiandad: estratega brillante, forja en Levante un bastión inexpugnable desde el valle de Albaida y demuestra que su genio militar superaba con creces al de un monarca celoso y errático.

Entre traiciones, alianzas con moras conversas y el ocaso de Alfonso VI, el episodio muestra cómo el destino de España se debatía entre la decadencia política y el surgimiento del héroe que habría de devolver el honor perdido.

Support the show

SPEAKER_00:

Con César Vidal y Lorenzo Ramírez.

SPEAKER_02:

Estamos de regreso y estamos de regreso para comenzar ese programa doble y sesión continua que todos los lunes en La Voz dedicamos a la cultura hispánica. Empezaremos por la historia, empezaremos por el Así fue España. Que ya saben ustedes que don Lorenzo, de la manera más generosa que se pueda imaginar, se queda unos minutillos más con nosotros en ese Así fue España. Le vuelvo a saludar. Muy buenas noches, don César.

SPEAKER_01:

Buenas noches y saludos cordiales, don César.

SPEAKER_02:

Muy bien, y ya saben que después de que don Lorenzo se quede un ratillo cabalgando con nosotros y con el CID, pues lo que hacemos es que vamos a la segunda parte de ese programa doble y sesión continua que está dedicado al mayor legado de España, al acervo común de la humanidad, que es la lengua española. Vendrá doña Sagrario Fernández Prieto y con sus palabras al aire nos enseñará a hablar y a escribir un poquito mejor, siquiera, en español. Pero bueno, de momento, de momento, aquí estamos en el Así fue España, y ya sabe usted cómo se había quedado la situación. O sea, aquí hay una situación complicada porque después de esas grajas, desde el año 1088, que tuvimos ocasión de hablar de ello hace un par de semanas. Derrota de Alfonso VI. Terrible derrota. Bueno, Don Rodrigo, es decir, Don Rodrigo, el bueno, don Rodrigo Díaz de Vivar, trabajaba por formar en el Levante Español un enorme protectorado y lo había conseguido, lo había conseguido como tuvimos ocasiones de ver la semana pasada, pero claro, era muy difícil que aquello se mantuviera en pie. A esas alturas, Alfonso VI, que era un personaje bastante insoportable, yo creo que eso lo hemos ido viendo con el paso de los meses y hoy lo vamos a confirmar, estaba intentando corregir la política que había llevado a cabo con los reyeselos, los régulos, los reyes de los reinos de taifas moros. Porque, claro, los había tratado despóticamente con muy mal resultado. Es decir, al final esta gente había terminado llamando a los almorávides y efectivamente la situación era muy difícil.

SPEAKER_01:

Claro, ya habían introducido un tercer actor. O sea, tendríamos taifas, tendríamos los reinos cristianos, y entonces luego ya venían los del Maghreb, los del Marrakech, ¿verdad? Liderados por ese Yusuf Ibn Tasfin, esos almorávides, que introdujeron otro elemento ahí, dado que las propias taifas se habían entregado en buena medida ese pago de parias, incluso luchaban entre ellas y tenían conatos en los cuales buscaban de vez en cuando incluso alianzas en determinados reinos cristianos. Esto no es algo que fuera exclusivo de decir, como se ha intentado presentar en nuestra actualidad, sobre todo en muchos historiadores actuales, sino que era algo común, esas alianzas interreligiosas, vamos a denominarlo así.

SPEAKER_02:

Era totalmente normal y era lo habitual. Claro, aquí había un problema que apuntamos a él hace varias semanas, pero que tenía un enorme peso, y es que los alfaquíes, que eran los maestros de la ley islámica, pero no en un sentido tanto académico como en un sentido religioso, era el clero musulmán, por decirlo de una manera impropia, pero que se entienda, eran partidarios de los almorávides. Y eran partidarios de los almorávides fundamentalmente por dos cuestiones. La primera, porque los almorávides insistían, enfatizaban, subrayaban que no podía haber más impuestos que los que aparecían en el Corán y en la Sún. Y entonces, este tinglado que tenían montado los reinos de taifas para exprimir a la gente fiscalmente, los alfaquíes decían que era totalmente contrario al Islam. En lo que coincidían con los almorávides, como tuvimos ocasión de ver. Pero luego, en segundo lugar, porque claro, los almorávides, el Corán se lo tomaban en serio, cosa que no se podía decir, ni mucho menos, de esos reyes ya españoles, aunque fueran musulmanes. Ni siquiera de los de Taifas, muchos de los.

SPEAKER_01:

Efectivamente.

SPEAKER_02:

Efectivamente. De tal manera que a Yusuf no dejaban de regalarle los oídos los alfaquíes, diciendo que efectivamente tenía que ponerse serio y acabar con toda esta gentuza, esta ralea de reyes de taifas, y en un momento determinado, los reinos de taifas se dieron cuenta de que Yusuf regresaba por tercera vez y esta tercera vez podía ser la vencida. De manera que el rey de Granada, como otros, incluido el mismo Motamid, empezaron a establecer conversaciones secretas con Alfonso VI, el emperador. Conversaciones secretas en las que le decían que estaban dispuestos a entregarle tropas, que estaban dispuestos, por su impuesto, a seguir pagando las parias, siempre que les ayudara a enfrentarse con un nuevo desembarco de Yusuf, el emperador de los almorávides. Y en este sentido, incluso estaban dispuestos a entregar su reino siempre que se les dejara quedarse como gobernadores del reino, aunque fuera formalmente sometido a Alfonso VI el emperador. Hacia junio de 1090, Yusuf vuelve a desembarcar por tercera vez en Algeciras. Los emires de Andalucía, los régulos de los reinos de Taifas, no tienen la menor intención de ayudarlo, porque empiezan a temer que los próximos que van a caer van a ser ellos, y no paran de ponerle obstáculos para colaborar con él, porque además Yusuf venía con la idea de que iba a recuperar Toledo. Toledo tenía una enorme importancia, la toma de Toledo, sin duda, es el aspecto de la reconquista impulsada por Alfonso VI más relevante. Y entonces aquí la idea es que este viene a recuperar Toledo a nosotros que no nos ponga en medio. La verdad es que hasta el Tajo y hasta Toledo llegó Yusuf. Pero claro, Alfonso VI había pertrechado magníficamente Toledo con bastimentos. Además, el rey de Aragón, Sancho Ramírez, acudió a su lado y finalmente Yusuf tuvo que retirarse de la capital toledana sin conseguir nada. Lo cual, como no es difícil de entender, a los musulmanes convencidos que no eran ni mucho menos los reyes de taifas, pues aquello les sentó fatal. Y les sentó tan mal, tan mal, tan mal que en un momento determinado los alfaquíes deciden emitir dos fatas o dos dictámenes jurídicos que eran enormemente importantes. Porque en esas dos fatus, en la primera establecen que los reyes de Granada y de Málaga, que eran además hermanos, habían perdido el derecho al trono. Y lo habían perdido por el desapego que mostraban hacia la ley coránica. Y la segunda, y esta todavía era más importante, ya no se podía decir con más claridad, la segunda fatua establecía que Yusuf, el emperador de los almorávides, no solo podía, sino que tenía la obligación de imponer la legalidad islámica a los reyes andaluces de manera especial, de manera especial, en lo que a impuestos se refería. De manera que, claro, ya se puede uno imaginar el mal cuerpo que se les puso en ese momento a los emires, a los reyeszuelos de los reinos de Fuerza.

SPEAKER_01:

Porque hay un cambio de categoría. Ya no es que él interviniera, ayudara, o echara una mano, o, en buena medida, pudiera servir de defensa. Es que a partir de ese momento ya se iba a implicar directamente Yusuf y los almerávides en la consolidación del poder en varias taifas de Lándalus.

SPEAKER_02:

Efectivamente. Y además, aquí había una cuestión que es que era de sentido común. Es decir, los alfaquíes insistían en que los impuestos no podían ir más allá de lo que establecía el Corán y la Suna. Desde el punto de vista de la legalidad islámica, eso no tenía más vuelta de oro.

SPEAKER_01:

Estaríamos hablando del impuesto obligatorio para musulmanes, la caridad, el zácat, luego el que debían pagar comunidades no musulmanas, como los cristianos, en teoría cambio de protección, y luego algunos tributos sobre producción y comercio, pero lejos de las parias que cobraban los cristianos, ¿no, Alfonso?

SPEAKER_02:

Exactamente, claro. ¿Cuál es el problema que había con esta historia? Que eso, desde el punto de vista legal, era inatacable. La tesis de los almorávides era intachable. Pero no había manera de mantener los enormes pesebres de los que vivían maravillosamente los Reyes de Taifas. Es decir, que si se da usted cuenta, pasaba entonces lo mismo que pasa en España a casi mil años de distancia, a 900 y pico años de distancia. Es decir, ¿había dinero con el impuesto habitual para mantener el aparato del Estado? Sí. ¿Había dinero para la bidorra que se pegaban los reyes de taifas? En absoluto, en absoluto, y desde luego, vamos, pensar que iban a abolir impuestos, ni lo más mil. Bueno, pues Yusuf, siempre obediente a la voz de los alfaquíes, ordena a los emires andaluces que declaren abolidos los impuestos ilegales y se dirige con el ejército hacia Granada. No ha podido tomar Toledo, pero va hacia Granada. Bueno, el rey de Granada, Abdallah, que ve venir a Yusuf, dice: Bueno, aquí se han acabado mis días, pide ayuda a Alfonso VI, Alfonso VI le dice que lo siente muchísimo, pero que con la que ha tenido en Toledo no puede bajar hasta el Reino de Granada a ayudarle, y entonces él empieza a pedir ayuda a los otros reyes moros, al de Badajoz, a los otros régulos. Y claro, todos ellos le dicen que sí, que resista, sé fuerte, Abdalá, sé fuerte, pero que desde luego ellos no entran en la historia. Y en este sentido, pues efectivamente, cuando Yusuf llega ante Granada un 8 de septiembre del año 1090, pues Abdalach no le queda más remedio que rendirse.

SPEAKER_01:

Bueno, de hecho es que hasta le da comida. Es decir, cuando él estaba asediando Granada, dice, oiga, darme suministro de víveres para mi ejército y pienso para mis caballos. Y el señor de Granada se los proporcionó, César.

SPEAKER_02:

Efectivamente. Y entonces, bueno, pues aquí Abdalaj es destronado. Su hermano Temín, que era el rey de Málaga, es destronado. Y eso sí, Yusuf procura no ser excesivamente duro con ellos, los embarca junto con sus arenes y su familia hacia Marruecos. Allí les asigna una pensión vitalicia, pero esto de estar viviendo aquí como vivían en Granada y como vivían en Málaga, pasó totalmente a la historia. Es decir, aquí no hay nada que hacer. Yusuf decide en el mes de noviembre.

SPEAKER_01:

No se quedó ahí, ¿no?

SPEAKER_02:

No, no se queda ahí.

SPEAKER_01:

Iría subiendo, iría subiendo. El primer día, ¿no?

SPEAKER_02:

Bueno, bueno, eso es un poco posterior. Lo que hay es primero esa toma de Granada, la toma del reino de Málaga, y entonces Yusuf decide reembarcar en noviembre para África. Bien es cierto que aquí los alfaquíes todavía redactan una fatua mucho más explícita. Y le dice que, bueno, que si no consienten acabar con todos estos reyes, pues efectivamente lo tiene muy mal ante Allah, porque Allah lo que desea es que acabe totalmente con ellos. Esta es la situación en la que estamos. El emperador que se encuentra con el hecho de que Yusuf ha dejado a un general almorávide, Sirben Abu Becker, que era primo suyo, al frente de las tropas. Bueno, pues evidentemente Abu Becker o Sirben Abu Becker inmediatamente empieza a dar leña en todas las direcciones. Es decir, aquí vamos a ir ahora a por Granada y a por Sevilla, y vamos a ver cómo nos extendemos hacia el levante donde está el CID. El emperador, la verdad, la verdad es que no quería enfrentarse con Sir Ben Abu Beker en el campo de batalla porque se temía lo peor y porque había tenido una experiencia desastrosa en sagrajas que contamos en su día. Y entonces lo que sucede es que piensa en distraer fuerzas que van hacia Sevilla yendo hasta Granada, que habían ocupado hacía seis meses los almorávides, y que Alfonso VI pensaba que en algún momento, pues bueno, como la población no está nada contenta, se va a sublevar contra los almorávides y algo vamos a poder hacer. Y aquí entra el Cid de nuevo en este. ¿Por qué? Bueno, Alfonso VI era un personaje bastante insoportable, como hemos tenido ocasión de ver. Yo a veces me da la sensación de que la Reconquista de Toledo fue por casualidad, porque luego la verdad es que lo hizo muy mal, pero estaba casado con una francesa muy inteligente que se llamaba Constance. Y entonces, vista la nueva situación que existe en ese momento con Ben Abu Becker yendo hacia, bueno, aguantando Granada, yendo hacia el norte, la reina Constanza decide escribir al Cid. Y lo escribe para decirle que, bueno, pues aquí sería importante que efectivamente ayudarais al rey Alfonso, al emperador Alfonso, en la situación en la que está. Al Cid le llega la carta de la reina Constanza cuando está acercando una localidad musulmana que se llama Liria y que estaba a punto de caer. Y posiblemente otro que no hubiera sido el Cid, pues hubiera dicho ya iré yo cuando pueda, porque en estos momentos con Liria, a punto de rendirme, después de siete meses que la tengo sitiada, esto es lo más importante. Pero lo cierto es que el Cid, ante el deseo que le expresa la reina Constanza, ante la oportunidad de volver a llevarse bien con el rey, inmediatamente abandona el asedio y a marchas forzadas va a buscar al ejército del rey Alfonso para sumarse a él y se lo encuentra en Martos. ¿Qué sucede ahí? Hombre, pues sucede lo de siempre. El Cid pilla en una situación bastante delicada al rey Alfonso y el rey Alfonso, bueno, lo recibe loco de contento, como si no le hubiera querido, vamos, como si no pudiera quererle más. Y tanto el Cid como el Cid.

SPEAKER_01:

Se olvida de aquel encuentro, que si tú estabas aquí, que si habíamos quedado aquí, que si tú no viniste, que si pasaste de largo. Efectivamente.

SPEAKER_02:

Entonces, pues estupendo, lo recibe honrosamente. Y desde Martos se dirigen atravesando la región montañosa de Alcalá la Real y la sierra de Parapanda hacia la Vega de Granada. La Vega de Granada, cuando la ve la gente del norte, enloquece, porque, claro, hacía ya varias décadas que una taifa, que además venía del norte de África, era una taifa berberisca, la de los siries, había establecido en Granada la capital de su reino, ya habían levantado una roja, no la selección española, sino la Alhamra, la Alhambra, como decimos en español, que es lo que significa la roja. Alhamra es la roja. No era todavía la alhambra que sería después, pero ya habían empezado a construirla. Y, claro, ahí llegan leoneses y castellanos, ven la vega granadina, que es un deleite para los ojos, ven la alhambra, aunque no fuera todavía esta, y claro, están locos de contento pensando en lo que podrían encontrar. De oro poco, porque cuando había estado Yusuf, Yusuf. Había limpiado ya el tema. Levantó los suelos, abrió las cañerías, literalmente abrió las cañerías de Palacio y hasta miró en las atarjeas, a ver si por donde discurría la orina y los excrementos no habían metido estos también monedas de oro. O sea, Yusuf sería muy austero en su vida privada, pero vamos, lo de Granada lo enloqueció y procurió llevarse hasta los botones de la gente. O sea que ello fue tremendo. Pero bueno, esto no lo tenía muy claro Alfonso y llega allí. Cuando finalmente acampan en Elvira, el último en llegar, porque claro, había obligado a sus tropas a ir a marchas aceleradas, a marchas forzadas, es el CID. Pero cuando llega allí, para que no dé la sensación de que llega el último y rehúye estar el primero en la batalla, se coloca en la sierra, se coloca por la vega de Granada, dejando a Alfonso en la sierra. En el sentido de aquí que no se preocupe el rey, que los primeros que vamos a entrar a mandoblazo limpio somos nosotros. Mal hecho, mal hecho, porque al rey esto le parece mal. O sea, al rey le parece que aquí se ha pasado esto de colocar las tiendas ahí y de esa manera. Van a estar delante de Granada seis días. En seis días los almorábides no salen, o sea que, evidentemente, ni la menor intención de entablar batalla en campo abierto. Ellos se dan cuenta que Alfonso no puede estar mucho tiempo ahí. Y Alfonso se da cuenta de que dentro no hay tanto malestar como para que se alcen contra los almorávides y él pueda atacar la ciudad. Y al cabo de seis días, viendo que aquello no es ni son ni arre, da orden de regresar a Toledo. Y efectivamente, pues lo que sucede es que el Cid va con él también. ¿Qué pasa? Pues que como el Cid de nuevo va en plan sumiso, Alfonso dice: Bueno, mira, este a mí me parece ya que me está molestando, y el Cid tiene un nuevo encuentro con Alfonso, en el cual Alfonso le llama de todo. Le dice que efectivamente es intolerable la forma en que se ha comportado, cómo ha colocado las tiendas delante de las suyas en la vega de Granada, y en un momento determinado le amenaza con la prisión. Lo cual es terrible porque el Cid había renunciado a tomar Lidia para llegar deprisa corriendo y ayudar al rey Alfonso en el intento de toma de Granada. Bueno, el Cid que se da cuenta de que efectivamente, esta vez, además, como las cosas han ido cada vez a peor, puede acabar en una mazmorra, por la noche se marcha hacia las Sierras del Segura a ver lo que hace. ¿Qué es lo que provoca? Porque esta es la gran pregunta, o sea, ¿qué es lo que provoca que el rey Alfonso fuera tan miserable con el Cid? Porque la primera vez tú puedes decir, bueno, los envidiosos que había por ahí, vale. Pero es que el Cid siempre se comporta de una manera noble, cada vez que lo necesita deja lo que está haciendo, va a marchas forzadas, intenta realmente comportarse con él de manera extraordinaria, crea un reino elevante, que es una cadena de protectorados que coloca bajo Alfonso VI, en vez de coronarse, él como rey, ¿qué pasa con Alfonso VI y el Cid? Y esto casi casi es la pregunta del millón. Alguno diría que Alfonso VI no soportaba al Cid porque era consciente de su superioridad. Y esto, desgraciadamente, en la historia de España es muy común. Es decir, el gobernante que busca rodearse de imbéciles porque los imbéciles así no hacen sombra. Sí, sí, sí, bueno, pues seguramente lo hubiera hecho. Pues, efectivamente, aquí lo que sucede, pues, es que una de las razones es que seguramente no soportaba al Cid. El Cid era un personaje de una enorme nobleza, era un personaje de una inmensa generosidad, era un personaje de una eficacia en el campo de batalla, que vamos, Alfonso VI e incluso Álvar Fáñez, que era al que llevaba para este tipo de historias, no se acercaban ni de lejos, y puede ser simplemente la reacción psicológica del que sabe que es inferior y no tolera que alguien que está más abajo en la escala de mando sea superior a él. Y esto, esta es una posibilidad. Pero hay otro elemento que a mí me parece que es muy importante y es la segunda vez que Alfonso vuelve a incurrir en el mismo error. Y es que la última vez que Alfonso VI restaura en su gracia al Cid, por decirlo de alguna manera, le había concedido que las conquistas que llevara a cabo efectivamente se hicieran hereditarias. Es decir, no es que disfrutara él de esas conquistas y luego eso quedaba incorporado no solo como vasallo, sino como propiedad de la corona, sino que le había dicho, bueno, esto es hereditario y va a pasar de padres a hijos después de tu muerte. Y en un momento determinado, Alfonso vuelve a cometer el mismo error. Es decir, esto está chupado, esto es fácil. Al CID le ha ido bien porque esto está que se cae. Y yo no voy a permitir que este vaya aumentando el territorio a costa de esta gente, cuando en realidad eso lo puedo hacer yo perfectamente. He sido excesivamente generoso con el CID. De manera que me queda muy bien el anular los términos del último pacto de vasallaje y que efectivamente el CID no se lleve nada. ¿Qué pasa mientras tanto? Y esto es algo bastante importante. Bueno, pues que el general Almorávide, Sir Ben Abu Becker, continuaba librando la guerra contra Motamid, la precisamente.

SPEAKER_01:

Era un pariente, además de Yusuf, ¿no? Este general era un pariente.

SPEAKER_02:

Efectivamente, era un primo.

SPEAKER_01:

Y traían máquinas, por lo visto también, ¿no? Ingenios de guerra entre ellos.

SPEAKER_02:

Ya la poliorcética la estaban controlando. Para la gente de la LOCSE, la poliorcética es la parte de la táctica militar que se refiere a las armas, por ejemplo, para los asedios, etcétera. Eso es, algunas que venían de origen bizantino incluso. Efectivamente. Entonces, Sir es un personaje que era muy eficaz. En un momento determinado acampa frente a Sevilla, mientras sus hombres atacan Córdoba, atacan Ronda y atacan Jaén. Córdoba cae en marzo del 1091 en manos de los almorávides. Y aquí, efectivamente, lo que hay es una situación que da lugar a un episodio que voy a mencionar en minuto y medio. Yo sé que es muy novelero, pero es para mencionarlo aunque no es tan importante. Y es que precisamente cuando Córdoba es tomada por los almorávides, su monarca, que era Almamún, muere en el asalto. Los almorávides le cortan la cabeza, la clavan en una lanza, la pasean por el campamento y está clarísimo quién se ha impuesto en Córdoba. Y la viuda de ese Almamún que se llamaba Saida, huye inmediatamente a buscar el amparo de Alfonso VI. Claro, aquí Alfonso VI dice: bueno, si yo a la viuda la cobijo, y no solamente la cobijo, sino que además me la llevo a la cama, efectivamente yo tengo cierta legitimidad para en el futuro intentar expulsar a los almorávides de Córdoba y hacerme rey de Córdoba. Y encima, para terminar lo de arreglar, pues resulta que los ricos hombres, los condes y demás pelotas que había en la corte de Toledo, le dicen a Alfonso que sí, que se case con la mora, etcétera, etcétera. Claro, no hace falta decir que casarse con la Mora era impensable porque ya estaba casado con la reina Constanza, pero eso sí la tomó como concubina. La Mora, que se ve que tenía un miedo a los almorávides que no le llegaba la camisa al cuerpo, se convirtió al cristianismo adoptando el nombre de Isabel, y de hecho acabaría dando a Alfonso el único hijo varón que tuvo, que fue el infante Sancho. Y en este sentido, esta es una nota que había que contar.

SPEAKER_01:

Bueno, tanto miedo le tenían que, de hecho, justo antes de que se produjera la caída de Córdoba, como sabían que iban a venir los almorávides y que los iban a poner a todos más rectos que el palo de una vela, pues dijeron, pues este es nuestro último momento para cantar, para bailar. Y entonces, cuando entraron los otros, se encontraron allí restos de que habían estado incluso de farra y de fiesta, porque pensaban que era la última vez que iban a poder, ¿no? O sea que el miedo era. Efectivamente. Y esto es muy español, ¿no? Dicen, bueno, pues si todo el mundo mañana, pues nos vamos de farra, no vamos de fiesta. Como en el día. Como en el día del apagón eléctrico que los bares estaban llenos, ¿no?

SPEAKER_02:

Sí, efectivamente. Bueno, antes de que acabara el mes de abril de ese año 1091, a Motamit, de todo lo que había sido el reino, le quedaba un poquito de la región de Sevilla, Carmona y Ronda. Pide ayuda de nuevo a Alfonso VI, y Alfonso VI decide que sí, que le va a ayudar, le envía un ejército al mando de Álvar Fáñez, porque con el Cid no quería saber nada. Y bueno, lo que sucede es que a Álvar Fáñez le dan los almorávides un revolcón terrible al pie del castillo de Almodóvar del Río. Y entonces, pues con una Sevilla totalmente desamparada, los almorávides entran en ella, Motamit es reducido a prisión y lo mandan a Ahmad en Marruecos, donde ahí realmente lo pasaría muy mal. ¿Qué consecuencias tiene esto? Pues, hombre, muy sencillo. Las consecuencias que tiene esto es que todo pie que tenía puesto en Andalucía Alfonso VI se lo han ido quitando precisamente los almorávides. Inmediatamente después de la caída del Reino de Sevilla cae el Reino de Almería, al que usted mencionaba antes. Después de eso cae el castillo de Aledo, del que ya hablamos, y Alfonso no le queda en tierra de Andalucía absolutamente nada. Y para que la gente nos escuche se dé cuenta de lo que esto significó, hay que decir que en un año apenas los almorávides se habían apropiado de cuatro reinos que había en el territorio de la actual Andalucía. De hecho, el único reino que respetaron fue el de Badajoz, porque efectivamente era un reino que de alguna manera se llevaba bien con los almorávides, porque si no, el reino de Badajoz hubiera caído. ¿Qué pasa con el Cid mientras?

SPEAKER_01:

Además lo hace, perdóname, don César, es muy poco tiempo. Es decir, Almería cae en septiembre del 1091, y en octubre ya cae en Úbeda, Jaén, Murcia, Sátiva, Denia, y ya con la mirada puesta en Valencia, que luego ya lo veremos, ¿no? Como el Cid tuvo que volver, ¿no? Evidentemente.

SPEAKER_02:

Efectivamente. Bueno, ¿qué hacía el Cid mientras? Bueno, el Cid tiene muy claro que viendo lo mal que lo está haciendo su pésimo rey, la única salida que él tiene es afianzar la posesión que tiene en Levante. Y entonces él se establece en el Valle de Albaida, no en la porción más alta de Onteniente, Ontiñén, que ya había estado allí en el otoño del 1089, sino en una parte que está bajo la sierra de Benicadel. Y tengo que decir que además esta es una región que no es tan rica como la de Onteniente, pero sin embargo, en términos militares, era mucho más. Benicadel es un nombre que es una deformación que quiere dar un aire árabe a un nombre que ya tenía la sierra entre los mozárabes. De hecho, llamaban a esa zona Peña Cadella, esto sería la Peña Cachorra, que efectivamente es un nombre que expresa un contraste con la prolongación más occidental de la sierra, que tiene un pico muy cercano, que es el pico de Moncabrer, que tiene unos 1.400 metros, mientras que el pico de la Cadillac es un poquito más bajo, son 1.100 metros. Estas cumbres, que son unas cumbres peladas, estériles, calizas, abrigan lo que es la parte de sombra del valle. Y eso hace que junto con la abundancia de aguas, pues ahí hubieran unos cultivos de secano que le venían muy bien al cit. Ahí estaba la vid, estaba el olivo, estaba el trigo, estaba la cebada, estaban los algarrobos, y luego había unas barranqueras donde había huertos, entre los cuales, por ejemplo, se cultivaba la morera, por eso de que es el alimento de los gusanos de seda, y efectivamente permitía tener una industria sedera. Bueno, desde aquí el CIC efectivamente va a intentar controlar todo. Y efectivamente él fortifica Peña Cadiella y la va a convertir en una auténtica plaza fuerte que cierra, como si fuera un muro, la parte sur de la región valenciana. Y en el momento en que domina Peña Cadillac, esto es una muestra verdaderamente del talento estratégico del Cid. En ese momento él ya puede controlar las salidas y las entradas en Valencia y cualquier invasión de los almorávides que viniera desde el sur efectivamente tenía posibilidades de controlarla. El Cid no es solo un gran táctico, que hemos tenido ocasión de ver que era un grandísimo táctico. Es que además es un extraordinario estratega. Y esto hace que en ese momento, con 45 años, que eran muchos años en aquella época, él tenga ya un señorío sobre las tierras de la península, que desde muchos puntos de vista es el señorío más codiciado por todos, pero que al mismo tiempo a él le hace concebir la idea de que claro que puede enfrentarse con los almorávides y que claro que puede derrotarlos. Hay un dicho que aparece en esa época, que es el de que un Rodrigo perdió esta península y otro Rodrigo la recobrará. El Rodrigo que la perdió fue el don Rodrigo, que en el 711 pierde la batalla de Guadalete contra los musulmanes, y el Rodrigo que la iba a recobrar, teóricamente, era el Cid Campador, al que los propios monarcas de la península ya ven como el único que efectivamente se puede enfrentar con los almorávides y sacarlos de esa situación. Por concluir, el episodio, pero me parece bastante, bastante importante. Alfonso intenta en algún momento enfrentarse con esos almorávides, fracasa, se ve en un momento determinado, en una situación en la que quiere aliarse con Génova y Pisa, lo cual, dicho sea de paso, no sirve de nada. Pero usted sabe que a veces los políticos españoles, cuando no saben arreglar los problemas de España, se van de ir a por el extranjero o tienden lazos por ahí y eso les hace sentir que hacen bien lo que son incapaces de hacer bien. Pero en un momento determinado lo que sucede es que Alfonso es un personaje totalmente, totalmente eclipsado por el Cid. Algún intento que hace de ir hacia Levante acaba muy mal, y en el caso de los almorávides, él se da cuenta de que lo único que puede hacer frente a los almorávides es defender la frontera de Toledo o la frontera de Coimbra, porque no hay para más. A inicios del año 1093 muere la reina Constanza, la reina Constanza a la que entierran en el monasterio de Sagún, que era una sucursal de la orden de Cluny, que es la orden francesa con la que Alfonso VI piensa que la reconquista va a ir bien. En absoluto, lo sometieron a Roma y para de contar. Hasta ahí llegó la ayuda extranjera, que es lo que suele pasar en España, que generalmente la ayuda extranjera llega para someterte y, desde luego, no para ayudar. En el momento en el que muere la reina Constanza, que era casi el cerebro inteligente de la corte, el Cid se queda totalmente sin valedor en la corte, y Alfonso se casa y, de nuevo, cosa curiosa, se casa con una extranjera en ese año 1093, que es la Reina Berta. Pero para que la gente se haga idea, y con esto vamos a concluir, de hasta qué punto Alfonso ya no es ni una sombra de lo que pudo parecer que era cuando reconquistó Toledo, los dos yernos borgoñones que tiene Alfonso se dividen lo que va a ser el reino de León a la muerte de Alfonso. Y aquí, obedeciendo indicaciones de Labad de Clini, que por cierto lo canonizarían y sería San Hugo, pero en una víbora, bueno, pues deciden que se van a dividir en el momento en el que muera Alfonso, el reino. Y entonces Remón o Ramón sería rey y cedería a Enrique o a Henry la tierra de Toledo, y en caso de no poder, la de Galicia. Y el tesoro de Toledo, pues se lo iban a dividir los dos cuñados, que habrá quien se queje de los cuñados, perdón, los dos yernos. Y en ese sentido, dos tercios irán para Gemón, un tercio para Henri. Lo cual quiere decir que cuando todavía le quedaba de vida 15 años a Alfonso VI, aquella corte olía a cadaverina, olía a muerto, y olía tan a muerto que los yernos ya se estaban repartiendo el reino y el tesoro. Y efectivamente, la única esperanza de España, y eso lo veía el rey de Aragón y cualquier otro que mirara aquello, incluso el conde de Barcelona, a pesar de que el Cid le puso las peras al cuarto en varias ocasiones, la única esperanza de España frente a los almorávides era el Cid y el bastión de Levante. Pero de eso, Dios mediante, y si Dios nos da salud, hablaremos ya la semana que viene.

SPEAKER_01:

Un placer, don César, como siempre, aprender con usted y acompañarle todos los días en este viaje. Y vamos a ver cómo al final los almorávides lo intentaron en Valencia, pero con una operación de bandera, no de bandera falsa, pero sí un trabajo interno, un inside job. Sí, un job. Sí, porque él tenía controlados los que estaban fuera, pero quizás no tanto los que estaban dentro de la propia Valencia, y veremos ese intento de golpe, bueno, golpe que motivó no solo que tuviera el CID que actuar, sino también luego futuras incursiones almorávides con más recursos desde el norte de África que, como veremos, pues cayeron en saco roto, ¿no? Prácticamente hasta ya la muerte del CID también, ¿no? Porque ya tampoco quedarían muchos años para la muerte del CID.

SPEAKER_02:

Ahora, parece mentira que estemos en el siglo XI y parezca que estamos en el siglo XXI.

SPEAKER_01:

Sí, es verdad. Si nos escuchara alguien sin y cambiáramos los nombres, unos nombres por otro, ¿verdad? O dijéramos X O Y, podrían de verdad pensar que estamos en una época actual. Es así, es así. Bueno, para eso sirve la historia, ¿no? Para no repetir los errores, con lo cual no se utiliza muy bien, don César, ¿no?

SPEAKER_02:

No, claro, prefieren no utilizarla y crear falsos relatos para demostrar a la gente como al asno del ronzal. Pero en fin, por eso intentamos arrojar luz sobre la verdadera historia. Un abrazo muy fuerte, don Lorenzo. Hasta mañana. Un abrazo hasta mañana, muchas gracias.