La Voz de César Vidal
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La Voz de César Vidal
Editorial: El plan imperial de Donald Trump (I): Objetivos y principios - 12/12/25
Por César Vidal.
https://www.cesarvidal.tv/editorial/videos/el-plan-imperial-de-donald-trump-i-objetivos-y-principios-12-12-25
En este editorial, César Vidal analiza en profundidad el nuevo documento estratégico de política exterior de la Administración Trump, comparándolo con una decisión histórica clave del Imperio romano bajo el emperador Adriano: renunciar a la expansión ilimitada para garantizar la supervivencia del poder imperial.
El director de La Voz de César Vidal explica cómo Estados Unidos reconoce los errores de décadas de globalismo, sobreextensión militar, dependencia de instituciones supranacionales y abandono de su base industrial y clase media. Frente a ese modelo, la nueva estrategia apuesta por una política de “América Primero”, centrada en el interés nacional, la soberanía, el realismo geopolítico y la reducción drástica de intervenciones militares.
El editorial detalla los pilares de esta nueva doctrina: control de la inmigración masiva, proteccionismo económico, reindustrialización, fortalecimiento militar con disuasión nuclear, reparto de cargas entre aliados —especialmente en la OTAN—, rechazo de la agenda climática y defensa de los valores culturales y espirituales de la nación americana.
César Vidal subraya que Estados Unidos no busca ya ser el gendarme del mundo ni expandir democracia o globalismo, sino consolidarse como primera potencia, estable y duradera, incluso a costa de renuncias estratégicas. Una política imperial más limitada, pero más realista, que pretende evitar la decadencia acelerada.
El editorial concluye con una advertencia sobre el coste que estas decisiones internacionales tienen para países como España, mientras recuerda que los grandes poderes solo parecen invencibles mientras se les contempla de rodillas.
La voz con César Vidal, desde el exilio. Muy buenos días, muy buenas tardes, muy buenas noches, ando very bienvenidos atrás de la voz. Soy César Vidal. Hoy es el viernes 125, and I dirijo a los hispanoparlans of ambos hemisferios, a los situados atrás del Atlántico y del Pacífico, ando desde el exilio. Corría el año 125 d.C., when the emperor romano Adriano llegó a un pacto de enorme relevancia con el reino parto. Procedió a devolver Mesopotamia al Imperio de los Partos, renunciando así a una de las conquistas más relevantes de las llevadas a cabo por su predecesor, el emperador Trajano. In apariencia, Roma se limitaba a reconocer su incapacidad para someter a los partos a su dominio, pero en realidad Adriano estaba dibujando unos límites del imperio más racionales y seguros. No tenía la pretensión de dejar de ser la primera potencia del mundo, ni mucho menos la de abandonar una vocación imperial. Simplemente sabía que para mantener en pie al imperio resultaba preciso reducir sus dimensiones y, sobre todo, establecer las prioridades más adecuadas. Gracias a las medidas adoptadas por Adriano, el Imperio Romano se prolongaría a lo largo de tres siglos y medio más. En las últimas horas hemos tenido noticias del plan de la Administración Trump para dirigir la política exterior de los Estados Unidos. Sin ánimo de ser exhaustivos, los hechos son los siguientes. Primero, la Administración Trump ha publicado un documento en el que establece la estrategia futura de los Estados Unidos. Segundo, el documento señala en su introducción que su meta es garantizar que Estados Unidos siga siendo el país más fuerte, rico, poderoso y de éxito del mundo durante las próximas décadas. Tercero, esa meta implica que no todos los países, regiones, cuestiones o causas, por muy dignos que sean, pueden ser el centro de la estrategia americana. Precisamente por ello, la protección de los intereses nacionales fundamentales es el único objetivo de esta estrategia. Cuarto, el documento critica severamente a continuación que tras el fin de la Guerra Fría, las élites de la política exterior americana se convencieran a sí mismas de que el dominio permanente de Estados Unidos sobre el mundo entero era lo mejor para los intereses de nuestro país. Sin embargo, los asuntos de otros países solo nos conciernen si sus actividades amenazan directamente nuestros intereses. Nuestras élites calcularon muy mal la disposición de Estados Unidos para asumir para siempre cargas globales que el pueblo americano no consideraba relacionadas con el interés nacional. Quinto, según el documento, esas élites sobreestimaron la capacidad de Estados Unidos para financiar simultáneamente un enorme Estado regulador y administrativo junto con un enorme complejo militar, diplomático, de inteligencia y de ayuda exterior. Hicieron apuestas enormemente erróneas y destructivas por el globalismo y el llamado libre comercio que vaciaron la clase media y la base industrial en las que se sustenta la preinencia económica y militar americana. Sexto, otro error de esas élites, según el documento, es que permitieron que los aliados y socios descargaran el costo de su defensa sobre el pueblo americano y, en ocasiones, nos arrastraran a conflictos y controversias fundamentales para sus intereses, pero periféricos o irrelevantes para los nuestros. Y ataron la política americana a una red de instituciones internacionales, algunas de las cuales están impulsadas por un antiamericanismo descarado y muchas por un transnacionalismo que busca explícitamente disolver la soberanía de los Estados individuales. Séptimo, de esa manera, nuestras élites no solo persiguieron un objetivo fundamentalmente indeseable e imposible, sino que al hacerlos socavaron los medios necesarios para alcanzar ese objetivo, el carácter de nuestra nación sobre el que se construyeron su poder, su riqueza y su decencia. Octavo, la primera cuestión que hay que plantear es qué debe desear Estados Unidos, y la respuesta es la supervivencia y la seguridad continuada de Estados Unidos como república independiente y soberana, cuyo gobierno garantiza los derechos naturales otorgados por Dios a sus ciudadanos y da prioridad a su bienestar e intereses. Noveno. Esa meta implica proteger a la nación no solo de los ataques militares, sino también el contener los flujos migratorios o una infraestructura potente frente a las catástrofes naturales, así como el reclutar, entrenar, equipar y desplegar el ejército más poderoso, letal y tecnológicamente avanzado del mundo, lo que implica contar con la disuasión nuclear más sólida, creíble y moderna del mundo, además de defensas antimisiles de última generación, incluido un Golden Dome para el territorio americano. Decim, entre esas metas se encuentra también la de tener la economía más fuerte, dinámica, innovadora y avanzada del mundo, la protección de la propiedad intelectual, el mantenimiento del poder blando sin rival de Estados Unidos y restaurar y revitalizar la salud espiritual y cultural de Estados Unidos, sin la cual la seguridad a largo plazo es imposible. Esto no se puede lograr sin un número creciente de familias fuertes y tradicionales que críen hijos sanos. Un décimo. Todos estos objetivos exigen una política exterior en que se logre que el hemisferio occidental siga siendo razonablemente estable y esté lo suficientemente bien gobernado como para prevenir y desalentar la migración masiva a Estados Unidos. Está también en que los gobiernos cooperen para acabar con los denominados narcoterroristas, donde no haya incursiones extranjeras hostiles, que apoye las cadenas de suministro críticas y nuestro acceso continuo a lugares estratégicos clave. En otras palabras, se trataría de un corolario de Trump a la doctrina Monroe. Duodécimo. Esto implica también mantener el Indopacífico libre y abierto, apoyar a nuestros aliados en la preservación de la libertad y la seguridad de Europa, evitar que una potencia adversaria domine Oriente Medio, evitando al mismo tiempo las guerras eternas que nos han empantanado en esa región con un gran coste y garantizar que la tecnología y los estándares americanos, en particular en materia de inteligencia artificial, biotecnología y computación cuántica, impulsen el progreso mundial. Décimo tercero, para alcanzar esos objetivos, Estados Unidos dispone, según el documento, de su sistema político, la economía mayor e innovadora del mundo, el sistema financiero y los mercados de capitales líderes en el mundo, incluido el estatus del dólar como moneda de reserva mundial, el sector tecnológico más avanzado, innovador y rentable del mundo, las Fuerzas Armadas más poderosas y capaces del mundo, una amplia red de alianzas, una geografía envidiable, un poder blando y una influencia cultural sin igual, así como el coraje, la fuerza de voluntad y el patriotismo del pueblo americano. Décimo cuarto. A lo anterior hay que sumar como objetivo el devolver la libertad económica a nuestros ciudadanos mediante recortes fiscales históricos y esfuerzos de desregulación, invertir en tecnologías emergentes y ciencia básica de tal manera que nuestro país sea aún más grande de lo que nunca ha sido. El principio básico de esa política será sobre todo lo que funciona para Estados Unidos, o en dos palabras, América I. El documento señala a continuación cómo Trump ha consolidado su legado como el presidente de la paz, negociando acuerdos para garantizar una paz sin precedentes en ocho conflictos en todo el mundo en tan solo ocho meses de su segundo mandato. De hecho, una de sus prioridades es detener los conflictos regionales antes de que se conviertan en guerras mundiales que arrastren a continentes enteros. Decimoséptimo. Según Trump, las políticas americanas de exterior, defensa e inteligencia tienen que guiarse por una definición centrada del interés nacional que evite los errores posteriores de la Guerra Fría en que se amplió la definición de interés nacional de Estados Unidos de modo que casi ningún tema o iniciativa se considerara fuera de su ámbito. Hay que centrarse por el contrario, porque centrarse en todo es no centrarse en nada. En contraposición, el documento propone que los intereses fundamentales de seguridad nacional de Estados Unidos son la paz a través de la fuerza, la predisposición al no intervencionismo, de acuerdo con los principios de los padres fundadores, el realismo flexible en cuanto a lo que es posible y deseable buscar en sus relaciones con otras naciones, la primacía de las naciones, considerando que la unidad política y fundamental del mundo es y seguirá siendo el Estado o Nación, la soberanía y el respeto, lo que implica que Estados Unidos protegerá sin complejos su propia soberanía, y que esto incluye impedir su erosión por parte de organizaciones transnacionales e internacionales, los intentos de potencias o entidades extranjeras de censurar nuestro discurso o restringir los derechos de libertad de expresión de nuestros ciudadanos, las operaciones de presión e influencia que tratan de dirigir nuestras políticas o involucrarnos en conflictos extranjeros y la manipulación cínica de nuestro sistema de inmigración para crear bloques de votantes leales a intereses extranjeros dentro de nuestro país. Estados Unidos trazará su propio rumbo en el mundo y determinará su propio destino libre de interferencias externas. Décimo octavo. A lo anterior se sumará el equilibrio de poder impidiendo que ninguna nación se vuelva tan dominante que pueda amenazar nuestros intereses. Se sumará una política proamericana y favorable a los trabajadores, donde la prosperidad sea generalizada y se comparta ampliamente y no se concentre en la cima ni se localiza en determinados sectores o en unas pocas partes de nuestro país. Se añadirá la equidad de tal manera que nuestros aliados gasten una parte mucho mayor de su Producto Interior Bruto en su propia defensa y también la competencia y el mérito. Décimonoveno. Todo lo anterior implica la adopción de unas prioridades de las que la primera es el final de la era de la migración masiva, ya que en países de todo el mundo la migración masiva ha agotado los recursos nacionales, ha aumentado la violencia y otros delitos, ha debilitado la cohesión social, ha distorsionado los mercados laborales y ha socavado la seguridad nacional. Vigésimo, a eso se añade la protección de los derechos y libertades fundamentales, evitando los abusos de los poderes temibles otorgados a los departamentos y agencias del Gobierno de los Estados Unidos al considerar que, en particular, los derechos de libertad de expresión, libertad de religión y de conciencia y el derecho a elegir y dirigir nuestro gobierno común son derechos fundamentales que nunca deben ser infringidos. Digésimo primero. El siguiente principio fundamental es el reparto y transferencia de cargas que obliga a los países de la OTAN a gastar el 5% de su Producto Interior Bruto en defensa. De esa manera, Estados Unidos podrá contrarrestar de manera eficiente las influencias hostiles y subversivas, evitando al mismo tiempo la sobreextensión y la dispersión de esfuerzos que socavaron los esfuerzos anteriores. Vigéso segundo, a todo lo anterior se sumará el principio de reajuste a través de la paz, es decir, buscar acuerdos de paz siguiendo las instrucciones del presidente, incluso en regiones y países periféricos, a nuestros intereses fundamentales inmediatos. Vigésimo tercero. El último de los principios mencionados es el de la seguridad económica, basada en el comercio equilibrado, que a su vez se apoya en el proteccionismo, basada en garantizar el acceso a cadenas de suministros y materiales críticos, basada en la reindustrialización, también apoyada en el proteccionismo, basada en la revitalización de nuestra base industrial de defensa en el dominio energético, rechazando lo que denomina desastrosas ideologías del cambio climático y cero neto que tanto han perjudicado a Europa, amenazan a Estados Unidos y subvencionan a nuestros adversarios, y finalmente basado en preservar y aumentar el dominio del sector financiero americano. Vigésimo cuarto. La siguiente parte del documento se enfoca en las regiones del mundo, señalando cómo centrarse y establecer prioridades es elegir, es reconocer que no todo tiene la misma importancia para todos, añadiendo, no podemos permitirnos prestar la misma atención a todas las regiones y todos los problemas del mundo. Digésimo quinto. Así, y dado que el objetivo de la política de seguridad nacional es la protección de los intereses nacionales fundamentales y algunas prioridades trascienden las fronteras regionales, la actividad terrorista en una zona que por lo demás tiene poca importancia puede requerir nuestra atención urgente. Pero pasar de esa necesidad a una atención sostenida a la periferia constituye un error. Acto seguido, el documento desgrana la política exterior en las distintas regiones del mundo, lo que será objeto de un próximo editorial. El documento de la administración Trump, dedicado a la política exterior americana, constituye un texto de primer orden para entender la actual ruta de la Casa Blanca y especialmente para comprender cuál será su posible proyección futura. De entrada, el texto parte de la base de que en no escasa medida la política exterior americana de las últimas décadas ha sido errónea. En ocasiones se ha mostrado demasiado dispersa, creyendo que podía abarcar todo el mundo. En otras, ha sobreestimado los recursos propios, procediendo a sobreestenderlos, y finalmente no ha establecido nunca un orden de prioridades adecuado. La Administración Trump pretende establecer un proyecto contrario en no escasa medida a la agenda globalista presentada por personajes como George Soros, en especial en lo que se refiere a cuestiones ideológicas como la emigración masiva, la ideología de género o el cambio climático. Las metas de ese proyecto patriótico son abiertamente imperiales, pero dentro de una apreciación realista. Estados Unidos no pretende tener entre sus objetivos la expansión de la libertad o la democracia, el desempeño del papel de gendarme del mundo, ni tampoco su afianzamiento como única potencia mundial, tal y como aparecía en el plan para el nuevo siglo americano. Tampoco tiene intención de multiplicar las intervenciones militares consecutivas, como llevó a cabo con notorios fracasos la administración Bush, pero también las que la siguieron con Obama y Biden. Por el contrario, la meta es fundamentalmente consolidar el papel de Estados Unidos no como potencia única, sino como potencia primera y destacada, estable y con un futuro de fortalecimiento, aunque eso implique renunciar a intervenir en todas partes, limitar drásticamente los conflictos armados y practicar una política más basada en las presiones políticas y económicas que en las intervenciones militares. En esa política tampoco existirá una defensa real del libre mercado, siquiera porque Estados Unidos aplicará un proteccionismo encarnizado frente a los productos extranjeros y a la vez exigirá una apertura ilimitada a los propios en los mercados internacionales. Persistirá, sin embargo, la existencia de un imperio que aspira a seguir siéndolo librándose de ideologías disolventes de la cultura y la sociedad, como las contenidas en la agenda globalista, limitando sus costes al descargarlos en no escasa medida sobre los aliados y eligiendo con sensatez unas prioridades que lo consoliden, lo que resultaría imposible, no como la única potencia mundial, sino como la primera. Las concesiones serán seguramente no más relevantes que la Mesopotamia que el Emperador Adriano entregó a los partos. But it afianzarán the perdurability of the Imperi for no escash time, aunque a different Emperor Adriano, the administration Trump conform to that imperial dure during the decades. But not for the design or the frustration, and the poderos were gigantic, it is also because they contemplate the rodillas, and the hour to put them in pay. Que Dios los bendiga.
SPEAKER_00:Sección patrocinada mediante crowdfunding con el siguiente mensaje: Nuestro Señor Jesucristo, el único Dios verdadero, es misericordioso y nuestro Salvador.